Explicar lo inexplicable.

Publicado en por La bea

 Me dice Bay Max: ¡Mamá!. Mira ésto. ¡Es alucinante!. Ayer sólo teníamos un muñeco como éste y hoy tenemos dos iguales. ¡Es algo inexplicable!

Me dice Bay Max: ¡Mamá!. Mira ésto. ¡Es alucinante!. Ayer sólo teníamos un muñeco como éste y hoy tenemos dos iguales. ¡Es algo inexplicable!

¡Y tanto que era algo inexplicable!. Aún siguemos sin saber de donde ha salido el otro muñeco morado. A no ser que dichos muñecos sean como los Gremlins y se multipliquen con el agua.

Y es que a veces es complicado explicar lo inexplicable:

Hace un par de días me fuí a un hotel con toda mi familia y me pasó una cosa  curiosa... por llamarla de alguna manera.

Después del desayuno, como los peques ya estaban bastantes "inquietos" y aún no hacía calor suficiente como para ir a la piscina, me los llevé a que estuvieran un rato al miniclub del hotel. 

Llego allí, una preciosa cabaña de madera, con un peque en cada mano. El miniclub vacio, tan solo había una monitora mirando su telefóno movil.

- Buenos dias. Vengo a dejarte un rato aquí a los peques.

- Es que este miniclub tan solo es para los peques alemanes. Para los demás peques es el miniclub de enfrente.

Me quedé perpleja mirando a la solitaria monitora sin saber qué decir. Me doy la vuelta, con un peques en cada mano. Tanto        Bay max como Moglyw me miran sin comprender porqué me los llevo vamos de allí. Entonces le intento explicar lo inexplicable.

- Este miniclub es solo para los peques alemanes...

Y antes de que pudiera hacer eso que hacemos las madres:   Restarle importancia a las cosas aunque pensemos que sí la tienen, me dice Bay Max:

- Pues enseñame alemán...

Lo miré fascinada. Me maravilla esa capacidad que tienen los peques de simplicar las situaciones, por muy complejas que sean... o más bien por muy complejas que a nosotros, los adultos, nos parezcan. Es una pena que con los años perdamos esa capacidad de simplicación.

- Venga, vamos al otro miniclub que también es muy bonito y os lo vais a pasar igual de bien.

Los dejé en el miniclub de enfrente. Ciertamente a ellos no les supuso ningún problema. Pero a mi me habían tocado la fibra. Mi fibra de madre. Esa fibra que se tensa cuando intentan pinchar esa burbuja de bienestar que intentamos crear alrededor de nuestros peques.

Me fuí farfullando. Luego, cuándo se lo explicaba al resto de mi familia, aún mi tono era de indignación.

Vale, que afloró mi vena de: " A mi niñ@..."  con las manos en jarra. Esa vena malota que a veces nos salen a las madres cuándo nos "tocan" a nuestros peques. Aunque me gustaría creer que si fuera una madre alemana me indiganaría igualmente.

Me parece bastante censurable esa falta de integración de los peques por parte de dicho hotel. Unos peques que no entienden de barreras. Pare ell@s ni el idioma, ni el sexo, ni la raza, ni la religión suponen ningún tipo de barrera. Somos los adultos los responsables de crearlas, ladrillo de intolerancia sobre ladrillo de estupidez.

Bueno, el día pasó tranquilo entre la piscina y el miniclub. Mis peques se lo pasaron genila en su miniclub, en el que había un monitor para cuatro peques mientras que en el miniclub alemán había dos monitoras para dos peques.

Mis peques estaban emocionados porque al final del día se suponía que les pintaban la cara. Cuando los recogí tenían la cara tal cual.

- ¿No os han pintado la cara?.

- Al final no -me respondió Bay max.

Entonces vimos salir del miniclub de enfrente a dos peques alemanas con la cara pintada.

Bay max se quedó perpejo.

- ¡Mamá mira lleva la cara pintada!- mientras me señalaba a una peque con la cara llena de purpurina.

- Eso parece- no sabia bien que decirle.

- ¿Mamá mañana podré ir a ese miniclub?

¡Qué cándido es mi Bay max!.

- No. Este hotel es así. Yo tampoco estoy de acuerdo pero habrá que aguantarse.

Nada más decirlo me arrepentí. No por nada pues me pregunté a mis misma qué clase de ejemplo debía de darle a mi peque:

-¿El de aguantarse?. 

-¿El de quejarme al menos?.

-¿El de incendiar el hotel con mi indignación?.

-¿El de callarme porque para un finde que voy a estar aquí tampoco merece la pena montar un pollo?.

.....

Más tarde, con el runrun de los dos miniclub aún en mi cabeza, mientras limpiaba el vaho del espejo del baño con la mano, vi mi "pulserita". Esa "pulserita" de plástico que te ponen en algunos hoteles para identificar el tipo alojamiento que tienes. Entonces me ví a mi misma con una rabieta de niña de la "cara la buena del mundo" (como decía jarabe de palo en su canción "El lado oscuro").

Esa parte del mundo donde llevamos permanentemente una "pulserita vip" invisible. Y tengo que admitir que me sentí un poco tonta.

Tonta porque mis peques el mayor problema de exclusión que han sufrido es que no los hayan admitido en el miniclub de por no ser alemán o que una animadora en un cumpleaños que se celebraba en  un parque (a la que le iban a pagar igual si atendía a un peque o a cincuenta) les diera la espalda porque no llevaban la "pulserita" que los identificaba como invitados a dicho cumpleaños. Así que mis peques se tuvieron que conformar con ver su trasero mientras les hacía baile y juegos a aquellos peques que sí las llevaban.

Admito que como madre que soy, me molesta encontrarme en esas situaciones en las que le tengo que explicar a mis peques lo inexplicable.

Y son en esas situaciones en las que el pepito grillo que llevo dentro coge su megáfono. Quiera que lo escuche. Quiere que escuche a esa vocecita que me hace mirar más allá. Quiere que escuche a esa vocecita con conciencia social y que es la responsable de que piense en todos esos peques que a diario sufren exclusión... pero exclusión de "la cara mala del mundo". Y hace que me intente imaginarme a esos padres y madres intentando explicar lo inexplicable... y lo inexplicable de "la cara mala del mundo" es aún menos inexplicable.

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Y hasta aquí mi post de hoy. Nos vemos pronto.

 

 

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