El lado bueno de las cosas

Publicado en por La bea

El lado bueno de las cosas

El 50% del día mis hijos me vuelven loca y el otro 50% me enseñan cosas. Una de la cosas mas importantes que me enseñan casi a diario es a ver el lado bueno de las cosas.

Es alucinante la capacidad que tienen los peques para encontrarle el lado positivo a algunas circunstancias. Mientras que los adultos únicamente nos centramos en el lado negativo de esas mismas circunstancias.

He recopillado de mi memoría aquellas situaciones en las que mi visión y la de los peques diferían totalmente. Era como si cada uno tuviera puestas unas gafas de realidad virtual distintas:

Situación A:

La visión adulta: ¡Que horror tenemos la piscina verde!.

Como comenté en el post la casa será más maravillosa hicimos una obra hace alrededor de un par de meses, debido a eso se nos puso la piscina verde.

Para nososotros los adultos, es decir, para el padre y  para mí tener la piscina verde era un engorro. Sufríamos porque los peques no tenían cómo entretenerse sin embargo ellos no sufrieron en ningún momento.

La visión de los peques: ¡Que divertido tenemos piscina nueva!.

Como no había piscina yo les llenaba la bañera hasta los bordes y ellos se quedaban media tarde en remojo. Hasta buceaban y todo... o por lo menos lo intentaban. Eso sí se daban patadas de todos los colores entre ellos pero ni se quejaban.

La leccion de hoy: No todos los peques tienen piscina y también se entretienen.

Situación B:

La Visión adulta: ¡Qué horror hay que vaciar la piscina!.

Al final tuvimos que vacíar la piscina. La vacíamos, la limpiamos y la volvimos a llenar. Todo eso ha supuesto un engorro para los padres y una multitud de emociones para los peques.

La visión de lo peques: ¡Qué divertido tenemos un aquapark casero!.

Con dos dedos de agua ya estaban metidos dentro de la piscina. Que había poca agua... no pasa nada... me invento la diversión.    

Mi piscina tiene un desnivel elevado, es decir, en muy pocos metros consigue mucha profundidad. Eso es así llena, pero vacía se convierte en una especie de "tobogan", que mis peques usaban para deslizarse por él hasta la poca agua que había en la parte más profunda de la piscina.

Para ellos ha sido como si tuvieran un mini aquapark en su propia casa.

Poco a poco la piscina se fue llenando y perdieron el tobogán para mi tranquilidad, porque se estaban gustando y cada vez hacían más florituras a la hora de tirarse. Ya podía yo quedarme afónica diciéndoles que tuvieran cuidado.

Aunque les apenó perder el "tobogán" se repusieron pronto, mientras hubiera agua no tenían problema y si no había... pues tampoco 

En resumen mis peques han "seguido" muy de cerca todo el proceso de llenado de la piscina y lo han disfrutado enormemente. 

La lección de hoy: Mis peques me han enseñado como transformar esas engorrosas situaciones en recuerdos divertidos.

Situación C:

La visión adulta: ¡Que horror esta carretera tiene muchas curvas!.

Como comenté en el post anterior llamado mil y una forma de que se te estropeen las vacaciones nos hemos ido de vacaciones. Para llegar a nuestro destino teníamos que soprotar 20 minutos de curvas cerradas. Cosa que a mi me parecía un engorro por no decir algo peor.

Curvas que tenías que coger cada vez que ibas a algún sitio fuera del complejo.

La visión de los peques: ¡Que divertido esta carretera tiene muchas curvas!.

Así que mientras yo me agarraba con los dientes al techo del coche, mi peque chico iba gritando ¡Yupiiii ! y se reía como un loco. Para él era como montarse en una montaña rusa a tamaño real.

El peque grande también se divertía... pero a su manera. Decía que le daba miedo las curvas pero en vez de ir agarrotado y tieso como su madre, hacía morisquetas y tonterias para divertir al peque chico que ya iba bastante divertido por sí mismo.  

La lección final: El miedo te impide disfrutar. Hay que superarlo.

Situación D:

La visión adulta: ¡Qué horror esta playa tiene muchas piedras!.

Después de soportar esos 20 minutos de curvas y otros tantos de autopistas llegabas a la playa. Pero dichas playas no tenían arena sino piedras.

Dato quizás poco importante para alguien que vive lejos de la playa pero sí es un poco engorroso para alguien que vive cerca de playas de arena fina. Sobre todo si al intentar salir del agua tiene que sentarse en las piedras porque no es capaz casi de andar.

La visón de los peques: ¡Qué divertido estamos en la playa!.

A mi peque chico como a casi todos los peques le encanta hacer castillos de arena, cosa que es imposible si la playa es de piedras. Pero eso no le impidió intentarlo. Al principio lloró un poco porque,  claro, aquello no cuajaba pero luego lo superó y estuvo toda la tarde rellenando su cubo y volcándolo: ¡avalancha de piedras!. Vuelta a intentar... .

Y a mi peque grande le gustaba que el agua fuese totalmente transparente porque así podía ver a los pececitos nadando.

Al fin y al cabo estaban en la playa ¿no? y a ellos les encanta la playa.

La lección final: Disfruta del momento tanto sí hay arena fina como molestas piedras.

Situación E:

La Visión adulta: ¡Qué horror estamos de obras!.

Cuando hicimos la obra, para nosotros los adultos de la casa fue   un engorro. Como ya expliqué hace un par de post tuvimos que desmontar toda la casa. Entre eso y lo que supone tener una obra en casa :

¡Qué horror no podemos hacer vida en el salón!.

¡Qué horror no tenemos intimidad con los albañiles en casa todo el día!.

¡Que horror me tropiezo con la tabla que han puesto los albañiles en la puerta para llevar el carrillo de mano hasta la cuba!.

La visión de los peques: ¡Qué divertido estamos de obras!.

Para ellos la obra ha sido una gran aventura, desde el principio hasta el final:

¡Que divertido tenemos un "salón nuevo" lleno de juguetes!.

¡Que divertido en mi casa hay otras "personas" a parte de mis padres con los que hablar!.

¡Que divertido somos piratas que caminan por la tabla del barco pirata sin caernos al mar!.

Situación F: 

La vision adulta: ¡Qué horror la próxima vez planeamos las cosas con más tiempo!.

Hace unos meses nos fuímos un fin de semana a un hotel. Fue totalmente improvisado. Reservamos el hotel la misma mañana que nos íbamos.

Para mí supuso un engorro tener que preparar todas las cosas, aunque fuera simplemente para una noche.    

La visión de los peques: ¡Qué divertido no sabíamos que nos íbamos a un hotel!.

Los peques se entusiasmaron mucho cuándo le dijimos que nos íbamos a pasar la noche fuera de casa.

Cada uno cogió su juguete favorito del día y ya estaban listos para montarse en el coche.

La lección de hoy: Nos complicamos demasiado la vida.

Un bikini y unas bragas limpias deberían ser suficiente... bueno y algo para ponerme encima.. y unos zapatos... y unas chanclas... y la muda de los peques... y las toallas... y un vestido para la noche... y la muda de guapito para los peques... y los zapatos de los peques... y la chancla de los peques... y un pijama... y  un pijama para los peques... vaya que nos complicamos demasiado la vida.

Situación G:

La visión adulta: ¡Qué horror que tarde hemos llegado al hotel!.

Cuando llegamos al hotel ya se había pasado la hora de comer, pero aún no nos podían dar las llaves de la habitación. Así que nos fuimos a la piscina y dejamos las cosas en el coche.

Para mí supuso un engorro toda la situación. Se nos había hecho muy tarde para irnos a comer a algún sitio y desde luego en el restaurante del hotel ya no se podía, aún no habíamos dejado las maletas en la habitación... . Todo eso impedía que me relajara y disfrutara de estar con mi familia fuera de casa.

La visión de los peques: ¡Que divertido estamos en un hotel!

Los peques se bañaron en la piscina ajenos a todo. A ellos que más les daba que las cosas estuvieran en el coche o en la habitación. Tenían puesto el bañador... que más necesitaban. Luego llegó el padre con unos bocadillos que nos comimos en las tumbonas de la piscina.

En un momento dado mi peque grande estando ahí sentado en una de las tumbona, medio mojado aún, con una baguette más grande que él me miró fijamente y me dijo:

- ¡Mamá éste es el mejor día de mi vida!.

Y ya ésta... él no necesitaba nada más para ser féliz.

Me impactó su sencillez e inocencia. 

Miré a mi aldededor y pensé que tenía razón.

La lección final: Cuándo las cosas no salen según lo previsto puedo hacer dos cosas agobiarme o tomarme las cosa como vienen.

Situación H: Ésta anécdota la voy a contar en el siguiente post. 

En resumen últimamente he aprendido de mis peques que cuándo se tuercen las cosas no tengo que agobiarme. Ésta claro que no elijo agobiarme aunque sí puedo elegir intentar mirar más allla y verle la parte positiva a la situación, más que nada por los peques, porque ellos se merecen ese esfuerzo por mi parte.

Soy consciente que es mucho más fácil decirlo, en este caso escribirlo que hacerlo. Pero en mis momento de lucidez sé que eso es lo que tengo que hacer.

Para terminar hacer referencia a que el tíutulo del post lo he tomado "prestado" de una película de Bradley Cooper y "Pepa Perez".

(Obviamente la chica no se llama así, pero al ser eso, una chica no recuerdo su nombre. Es la protagonista de los Juegos del hambre de eso si me acuerdo... algo es algo).

La pelicula no me gustó mucho pero si su título, ya casi debería ser una filosofía de vida... bueno, una filosofía de vida para los adultos porque para los peques ya lo es. 

Es una pena que los adultos perdamos esa capacidad que tienen los peques de ver el vaso medio lleno en vez de verlo medio vacío.

Y hasta aquí mi reflexión de hoy. Nos vemos pronto.

 

 

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